Estudios de Lingüística Aplicada

 

Gerhard Preyer (Ed.). Beyond semantics and pragmatics. Nueva York: Oxford University Press, 2018. 321 págs.

Graciela Fernández

El Colegio de México
Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios

Beyond semantics and pragmatics es una colección de quince ensayos que busca integrar perspectivas de la lingüística, filosofía del lenguaje y psicología sobre temas relativos al significado ampliamente abordados en los últimos años por estas tres disciplinas. Los primeros catorce ensayos tienen como punto de partida la reflexión sobre los planteamientos de Ernie Lepore y Matthew Stone en su libro Imagination and convention. Distinguishing grammar and inference in language (2015) (que en lo sucesivo designaremos L&S, 2015), donde —retomando (traducidas al español) las palabras de Mandy Simons (p. 284 de este volumen)— “se pone de cabeza” la postura griceana sobre el significado: en lugar de colocar las intenciones del hablante en la base de las convenciones (lingüísticas), L&S (2015) proponen que las convenciones están en la base de las intenciones del hablante. El decimoquinto y último ensayo de esta colección es la respuesta de Lepore y Stone a los comentarios y críticas expuestos en el volumen sobre las ideas presentadas en Imagination and convention.

Beyond semantics and pragmatics se divide en cuatro partes. La primera, titulada “Explaining pragmatic phenomena”, es mucho más extensa que las otras. En el primer ensayo, “Two questions about interpretive effects”, Robert Stainton y Christopher Viger indagan la manera en que L&S (2015) resuelven dos cuestionamientos que, en su opinión, tienen que enfrentar todos los estudiosos de la semántica o la pragmática: primero, ¿qué efectos interpretativos pueden tener los enunciados lingüísticos?, y segundo, ¿cuáles son las causas que originan tales efectos interpretativos? Antes de entrar directamente al tema, Stainton y Viger ofrecen una muy pertinente explicación acerca de la manera en que L&S (2015) emplean términos como contribución, convención e imaginación. Para Lepore y Stone, las contribuciones son cambios al “tablero del marcador” de la conversación —siguiendo, con este modo de hablar, la comparación que hacía David Lewis del proceso de interpretación de los enunciados en una conversación con el proceso de llevar el registro de puntos o “marcador” durante un juego de pelota—, y como el propósito de una conversación sería coordinar las creencias y acciones, todo lo que sea relevante para tal fin contará como un cambio en el marcador, es decir, como una contribución. Algunos tipos de contribución serían las condiciones veritativas de las aserciones, presuposiciones, implicaturas convencionales, actos de habla indirectos, el conocimiento del tipo de acto de habla al que pertenece el enunciado y estructura de la información; en cambio, serían no-contribuciones (término usado por Stainton y Viger, no por L&S, 2015) aquellos efectos interpretativos como las metáforas, las insinuaciones, el humor, la ironía, el sarcasmo. Estos últimos —según L&S (2015)— no involucran propiamente un significado proposicional, sino una “invitación a explorar” de cierto modo lo que se dice (es decir, de modo irónico, metafórico, humorístico, etc.). El término convención se entiende en L&S (2015) como una regularidad que una comunidad adopta como solución a un problema de coordinación; por ejemplo, la convención de conducir un auto por el lado izquierdo o el derecho de la calle (cualquiera de los dos lados puede estar bien para conducir, siempre y cuando la mayoría de las personas elijan el mismo lado). El término imaginación refiere a un conjunto de procesos cognitivos abiertos, sin un punto de llegada específico; así, el propósito de enunciados dirigidos a la imaginación es solo situar al oyente en un cierto modo de exploración, sin pretender que llegue a algún punto en concreto. Una vez explicada la manera en que L&S (2015) entienden estos términos, es posible apreciar las respuestas que dan a los dos cuestionamientos planteados al principio. En lo que respecta al primero, para L&S (2015) hay dos tipos de efectos que puede tener la interpretación de un enunciado: los que modifican el “tablero marcador” de la conversación —las contribuciones— y los que no lo hacen —que Stainton y Viger llaman no-contribuciones. En lo tocante al segundo cuestionamiento, las causas que generan estos efectos son, para L&S (2015), las convenciones lingüísticas y la imaginación. No es que cada una de estas causas pueda generar ambos tipos de efectos, sino que —y a esta idea Stainton y Viger le llaman “la osada conjetura”— las contribuciones surgen de las convenciones y las “no-contribuciones”, de la imaginación. Al evaluar la postura de L&S (2015), Stainton y Viger reconocen algunas aportaciones valiosas, como la de no considerar bloques monolíticos a la convención y la imaginación, sino distinguir diversos tipos de participación de cada una de ellas; así, por ejemplo, las reglas lingüísticas, que corresponden a la convención, operan no solo en el nivel de la sintaxis y de la oración, sino también en los del discurso, prosodia y estructura de la información. Sin embargo, la evaluación global de la propuesta es desfavorable, ya que, según Stainton y Viger, desde un punto de vista empírico, puede rebatirse con diversos contraejemplos y, desde un punto de vista metodológico, la propuesta de L&S (2015) o bien es empíricamente inadecuada, o bien debe re-definir las categorías de contribución y desambiguación de una manera tan amplia que la propuesta perdería interés para la lingüística y, a fin de cuentas, terminaría por no ser capaz de resolver los dos cuestionamientos básicos primeramente formulados.

El segundo ensayo en esta colección es “Exageration and invention”, de Kent Bach. Analiza dos ideas centrales de la propuesta de L&S (2015), a saber: que el tipo de comunicación que tenemos con el lenguaje es a través de lo convencionalmente codificado (reglas de la lengua) y que cuando usamos el lenguaje de manera no convencional, lo hacemos para invitar a nuestros interlocutores a que se involucren en un “compromiso imaginativo” abierto, sin pretender que lleguen a un contenido específico. Bach está dispuesto a aceptar una visión moderada de estas ideas, sin embargo, considera una exageración llevarlas hasta el extremo que proponen L&S (2015). Para rebatir su postura, primero ofrece un conjunto de contraejemplos lingüísticos, luego hace ver que algunas de sus implicaciones no resultan plausibles y, finalmente, ofrece un diagnóstico acerca de dónde radica su error: L&S (2015) malinterpretan la teoría de la conversación de Grice y sus nociones de significado del hablante y significado de la expresión; además, confunden la intención comunicativa con la intención perlocutiva, así como el éxito comunicativo con el éxito perlocutivo, etc. Bach cierra su artículo con una crítica a la “exageración” o radicalidad de la propuesta de L&S (2015) y concluye que una versión más moderada de esta, sin necesidad de tomar una postura antigriceana, podría ayudar a clarificar el papel de la intención y la convención en los actos de habla.

En el tercer ensayo, “Calculability, convention, and conversational implicature”, Wayne A. Davis se suma a la postura de L&S (2015) de considerar que no hay implicaturas calculables. Argumenta que las implicaturas no son derivables a partir de principios generales de la conversación —a diferencia de lo que Grice, los neogriceanos y los teóricos de la relevancia piensan—, pues tal forma de intentar calcular las implicaturas llevaría a conflictos entre las conclusiones derivables de distintos principios, lo cual haría imposible realizar el cálculo. Sin embargo, Davis no comparte la idea de L&S (2015) sobre la no-existencia de implicaturas conversacionales. Señala que la manera en que la mayoría de los lingüistas y filósofos entienden la implicatura conversacional es como “an implicature that depends on features of the speech context and is not part of the meaning of the sentence used”1 (p. 58), pero que esta concepción —que parece ser la que él mismo adopta— no implica, de suyo, que la implicatura sea calculable. Enseguida, se pregunta “Are generalized implicatures conversational?” (“¿Son conversacionales las implicaturas generalizadas?”), Davis defiende la idea de que “a generalized conversational implicature is conventional in the same sense that lexical and driving conventions are”2 (p. 60), es decir, como una costumbre o acuerdo general. Esto, por supuesto, parece muy extraño si nos situamos en la distinción griceana entre implicaturas convencionales e implicaturas conversacionales —según la cual, si la implicatura es convencional, entonces no es conversacional—, pues la propuesta de Davis apunta a una “implicatura conversacional convencional”. Sin embargo, su explicación muestra que lo “convencional” que él ve en estas implicaturas no es incompatible con el proceso avanzado de convencionalización que Grice reconoce en las que él llama “implicaturas conversacionales generalizadas”. Además, Davis deja claro que sus “implicaturas conversacionales convencionales” son cancelables, a diferencia de las implicaturas convencionales de Grice, y sus “convenciones” son secundarias —pues dependen de las convenciones semánticas primarias—, mientras que las implicaturas convencionales de Grice tienen convenciones semánticas primarias. Se mantiene, pues, la división griceana de las implicaturas en convencionales y conversacionales, y la de las conversacionales en particulares y generalizadas, solo que a estas últimas Davis les llamaría “implicaturas conversacionales convencionales”. Parecería un simple cambio de nombre, pero lo que se quiere comunicar con esto es que, a pesar de que estas implicaturas no forman parte de la semántica de la lengua, su conocimiento es esencial para dominar una lengua natural: “[c]onsequently, a complete description of a language must catalog its generalized implicatures”3 (p. 60). Así, Davis se acerca a Lepore y Stone en su preocupación por reconocer las “convenciones” existentes en la lengua, pero situándose en una posición más moderada que ellos.

El siguiente ensayo en esta primera parte es “Presupposition triggering and disambiguation”, en el que Adam Sennet pone frente a frente dos posturas que ofrecen explicaciones contrarias acerca del problema de la relación entre la presuposición y la oración / enunciado que la genera. La postura convencionalista sostiene, en términos generales, que determinadas expresiones —como verbos de cambio de estado, nombres propios, verbos factivos, descripciones definidas, etc.— generan presuposiciones como parte de su significado convencional. En cambio, la postura no-convencionalista considera que no es necesario echar mano de supuestas “convenciones en el significado” para explicar la generación de presuposiciones, ya que esta se fundamenta en la interacción del contenido de las oraciones con principios generales de la conversación. En su ensayo, Sennet argumenta en contra de la postura no-convencionalista (“griceano-stalnakeriana”) y a favor de una postura convencionalista (más acorde con las ideas de L&S, 2015) para, finalmente, ofrecer su propia explicación sobre la generación de las presuposiciones, que funda en la noción de disambiguación de L&S (2015).

“Discourse, context, and coherence. The grammar of prominence”, el quinto ensayo, escrito por Una Stojnić, gira en torno a la pregunta ¿cuáles son los medios por los cuales interpretamos las expresiones sensibles al contexto? La opinión más generalizada al respecto sostiene que la interpretación de estas expresiones depende tanto de elementos lingüísticos (gramática de la lengua) como de factores extralingüísticos o contextuales (entre los cuales destacan las intenciones comunicativas del hablante). A esta postura, que Stojnić identifica con la de Kaplan y Grice, se opone la propia autora, para quien la interpretación de las expresiones sensibles al contexto se realiza con base únicamente en su significado lingüístico, dado un contexto determinado. Para explicar su postura, Stojnić utiliza la distinción establecida por Kaplan entre “indexicales puros” y “verdaderos demostrativos”. Los primeros son expresiones cuyo significado lingüístico determina su resolución o interpretación, sin necesidad de conocer las intenciones del enunciador, o la prominencia de los objetos en el contexto: un ejemplo claro sería el pronombre personal yo, cuyo significado lingüístico es ‘el enunciador en el contexto’. En cambio, en expresiones como ella o eso, “verdaderos demostrativos”, su significado no determina totalmente el objeto referido por ellas en un contexto determinado, sino que hace falta más información sobre la situación de enunciación para discernir cuál fue la intención del enunciador al usarlas. La propuesta de Stojnić es que no solo en el uso de los “indexicales puros”, sino, en general, en el de las expresiones sensibles al contexto, su referencia se determina automáticamente, como una función del contexto, de manera similar a como se determina la referencia de yo. Esto se debería, a grandes rasgos, a que la característica de prominencia, a la cual es sensible el significado de la mayoría de los indexicales, depende, a su vez, de diversos mecanismos —como la coherencia textual, la estructura de la información y la estructura discursiva—, que son regulados por convenciones lingüísticas, según intenta probar la autora a lo largo de este interesante ensayo.

El título que cierra la primera parte de este volumen es de William B. Starr, “Socializing pragmatics”. Aquí se propone la existencia de un tercer tipo de significado (aparte del significado convencional y del significado del hablante), que el autor llama significance. “The significance of an utterance is not reducible to the content it makes mutual, because it is partly based on the private commitments speakers have when they make utterances and the private commitments hearers form on the basis of utterances”4 (p. 126). El autor plantea que, con ayuda de esta noción, podrían llegar a explicarse cuestiones que escapan tanto a los planteamientos de L&S (2015) como a los de la tradición de Frege-Grice.

La segunda parte del libro, “Intentions and the limits of meaning”, comienza con un ensayo de Jessica Keiser: “Varieties of intentionalism”. La autora hace alusión a dos posturas que L&S (2015) denominan prospective intentionalism y direct intentionalism. La primera estaría representada por los trabajos de Paul Grice y David Lewis, y a ella Lepore y Stone contraponen la segunda, defendida por ellos mismos. Keiser argumenta que esta supuesta contraposición, así como la crítica que L&S (2015) hacen del prospective intentionalism se basa en un malentendido, ya que los autores no parecen percatarse de que el tipo de significado a que una y otra postura se refieren no es el mismo: “Grice and Lewis are committed to prospective intentionalism as a claim about speaker meaning, whereas L&S are committed to direct intentionalism as a claim about utterance meaning5 (p. 151). De esta forma, Keiser concluye que no hay verdadera contraposición entre estos dos tipos de intencionalismo y que ambas posturas son necesarias para una teoría integral del significado y la comunicación.

Mitchell Green, autor del octavo ensayo, “Showing, expressing and figuratively meaning”, aborda también —al igual que Keiser— la cuestión de los dos tipos de intencionalismo que distinguen L&S (2015), pero hace notar que la teoría de Grice (con alguna modificación menor) realiza no solo la tarea de explicar el significado del hablante, que L&S (2015) adjudican al prospective intentionalism, sino también la de explicar el significado lingüístico, que L&S ponen en manos del direct intentionalism. Green hace notar que es errónea la interpretación de L&S (2015) sobre el pensamiento de Grice, al considerar que, como en este se explica el significado lingüístico con base en el significado del hablante, entonces Grice ha eliminado la distinción entre uno y otro, quedándose únicamente con el significado del hablante. Tal idea es falsa, pues es claro que en la postura de Grice están presentes ambos tipos de significado. Otra idea expuesta por Green —en un intento de afinar la definición griceana de ‘significado del hablante’— es su propuesta de entender ‘significado del hablante’ no como la intención de producir ciertos efectos en otros, sino en hacer manifiesto el compromiso del hablante con cierto enunciado. Los siguientes dos ensayos de esta colección giran en torno a la explicación que ofrecen L&S (2015) del lenguaje no-literal —metáfora, ironía, humor, uso de expresiones despectivas— como una invitación que el hablante hace al oyente para considerar las cosas desde cierta perspectiva, sin que por ello pretenda llevarlo a proposiciones determinadas: un proceso de compartir perspectivas donde lo central no es lo que se piensa, sino cómo se piensa. El primero de estos dos ensayos, “Taking perspective”, de Madeleine Arseneault, analiza esta propuesta de L&S aplicándola al caso de la metáfora y concluye que la explicación de Lepore y Stone, contrario a lo que ellos mismos piensan, no es incompatible con la postura griceana que explica la metáfora como implicatura conversacional. Es posible integrar esta explicación de L&S (2015) para la metáfora dentro del marco griceano. La autora también aborda el tema de las expresiones idiomáticas (idioms), utilizando para su estudio la misma propuesta de L&S (2015) para la explicación del lenguaje no-literal. Por su parte, Claudia Bianchi, en su ensayo “Perspectives and slurs”, estudia la aplicación del planteamiento de L&S sobre el lenguaje no-literal al caso de las expresiones despectivas (slurs), analizándolas, dentro del marco de la teoría de los actos de habla, como actos perlocutivos pero, sobre todo —según la propuesta de la autora— como actos ilocutivos.

La tercera parte del volumen, “Cognitive science connections”, contiene también cuatro ensayos. En “Composing meaning and thinking”, Roberto G. de Almeida coincide con L&S (2015) en la idea de que los principios lingüísticos juegan un papel mucho más amplio de lo que normalmente se piensa en la interpretación de la lengua, lo cual reduciría notablemente el campo de acción de la pragmática. Sin embargo, De Almeida no lleva esta idea hasta el extremo que lo hacen L&S (2015), pues el análisis de ciertos fenómenos lingüísticos lo hacen dudar de la capacidad de las reglas lingüísticas para resolver por sí solas la interpretación en esos casos. En ellos, a un primer proceso de interpretación “literal” sigue un periodo de incertidumbre, lo cual de Almeida toma como indicador de que esos primeros cómputos lingüísticos producen una representación semántica muy superficial y no la interpretación final plenamente enriquecida.

Por su parte, Michael Glanzberg, en “About convention and gramar”, reflexiona sobre una de las nociones centrales para los planteamientos de L&S (2015): la de convención. Aunque está de acuerdo con L&S (2015) en que el ámbito de acción de las convenciones en el lenguaje es más extenso de lo que hasta ahora se ha reconocido, señala que es necesario distinguir entre, al menos, tres niveles de convencionalidad y caer en la cuenta de que los fenómenos que se encuentran en estos niveles no se ajustan del mismo modo a la noción de convención de Lewis (1969), que es a la que —en términos generales, aunque con algunas modificaciones— se adhieren L&S (2015).

El siguiente ensayo dentro de esta colección, “On convention and coherence”, es de la autoría de Andrew Kehler y Jonathan Cohen. Ellos consideran que los planteamientos de Grice y los griceanos, por un lado, y los de L&S (2015), por otro, se sitúan en extremos opuestos en lo que toca a la relación entre significado literal y contenido comunicado por un enunciado: los de Grice, en el extremo de reconocer una participación muy pequeña del significado literal, lo cual obliga a asignar un papel muy amplio a los procesos pragmáticos; y los de L&S (2015) en el extremo de plantear que el significado literal, debidamente desambiguado, codifica casi todo el contenido comunicado y, por tanto, el papel de los procesos pragmáticos es mínimo. Kehler y Cohen argumentan en contra de ambas posturas y sostienen que lo más acertado es una posición intermedia. Para defenderla, utilizan el fenómeno que ellos llaman eliciture, un tipo de enriquecimiento pragmático basado en procesos de establecimiento de coherencia entre enunciados de un mismo discurso, cuyos contenidos no podrían verse como derivados gramaticalmente (como querrían L&S, quienes dirían que se llega a ellos por desambiguación entre las alternativas gramaticalmente especificadas), ni tampoco —según los autores— como implicaturas griceanas (aunque esta última idea no recibe una argumentación del todo clara).

La tercera parte del libro cierra con la participación de Mandy Simons, “Convention, intention, and the conversational record”, la cual se centra en una de las ideas fundamentales de L&S (2015), a saber: que las convenciones lingüísticas son —contrario a lo que diría Grice— analíticamente anteriores a la más básica clase de intención lingüísticamente relevante. El ensayo de Simons argumenta contra esta idea de L&S y a favor de la de Grice, basándose en los resultados alcanzados por diversos estudios empíricos sobre adquisición del lenguaje, en los que se muestra que los niños aprenden las convenciones lingüísticas por medio del reconocimiento de las intenciones comunicativas de las personas que les hablan. Además, Simons presenta varios ejemplos tomados de conversaciones reales, comunes y corrientes, en los que se aprecian diversas dinámicas que no parecen explicables por medio de la propuesta de L&S de tomar como actualizaciones del “marcador de la conversación” solo a los contenidos regidos por convenciones. Estos casos, en cambio, sí parecen explicables en un marco griceano.

La cuarta y última parte, “New frontiers in semantics”, consta de un solo ensayo: “Issues for meaning. Conventions, intentions, and coherence”, que es la respuesta de Lepore y Stone a los comentarios expuestos en esta misma obra a favor o en contra de las ideas de L&S (2015). Así se propicia un diálogo que gira en torno a las nociones de convención e intención, así como acerca de la manera de explicar las relaciones de coherencia. Los autores admiten que en algunos puntos las áreas de desacuerdo requieren aún más investigación; sin embargo, mantienen su postura inicial de rechazo al planteamiento de Grice, diciendo que: “Whatever you think of our arguments against it, the arguments in its favor are much weaker than have been generally recognized”6 (p. 311).

Beyond semantics and pragmatics reúne las reflexiones de conocidos autores que debaten sobre cuestiones centrales en los estudios contemporáneos sobre el significado, en respuesta a lo que vino a ser un potente acicate para el diálogo: el libro de Lepore y Stone (2015), que intenta poner en tela de juicio algunas de las bases más firmes que los actuales estudios sobre el significado encuentran en el pensamiento de Paul Grice. Si bien la mayoría de quienes han colaborado en esta colección de ensayos termina por no adherirse a las ideas más radicales de L&S (2015) y por defender al menos el núcleo duro de la postura griceana, el debate ha enriquecido sin duda la reflexión sobre estos temas y ha mostrado la necesidad de explicaciones más cuidadosas en cuestiones que quizá se habían venido tratando de modo un tanto superficial.

Referencias

 

Lepore, Ernie, & Stone, Matthew (2015). Imagination and convention. Distinguishing grammar and inference in language. Oxford: Oxford University Press.

Lewis, David (1969). Convention: A philosophical study. Cambridge: Harvard University Press.

Notas

 

1 “[U]na implicatura dependiente de rasgos del contexto de habla y que no es parte del significado de la oración que se usó” [Las traducciones de las citas son mías].

2 “[U]na implicatura conversacional generalizada es convencional en el mismo sentido que lo son las convenciones lexicales o de conducción de un auto.”

3 “[C]onsecuentemente, la descripción completa de una lengua debe incluir sus implicaturas generalizadas.”

4 “La significación (significance) de un enunciado no se reduce al contenido que éste hace mutuo, pues en parte está basada en los compromisos privados que tienen los hablantes al emitir enunciados y en los compromisos privados que forman los oyentes con base en esos enunciados.”

5 “Grice y Lewis están comprometidos con el intencionalismo prospectivo como una postura acerca del significado del hablante [lo que el hablante quiere decir], mientras que L&S están comprometidos con el intencionalismo directo como una postura acerca del significado del enunciado.

6 “Cualquiera que sea su opinión sobre nuestros argumentos en contra de él [se refiere al planteamiento de Grice], los argumentos a favor de él son mucho más débiles de lo que generalmente se ha reconocido.”

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