Estudios de Lingüística Aplicada

 

Natalia Ignatieva Kosminina, Daniel Rodríguez Vergara, Victoria Eugenia Zamudio Jasso, Guillermo Daniel Jiménez Sánchez. ¿Cómo escriben los estudiantes universitarios en las humanidades? Un estudio sistémico-funcional de la escritura académica. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2023. 256 pp.

 

Margarita Palacios Sierra

Facultad de Filosofía y Letras,

Universidad Nacional Autónoma de México

 

¿Cómo escriben los estudiantes universitarios en las humanidades? Un estudio sistémico-funcional de la escritura académica es un libro polifónico realizado a cuatro voces, en el que concurren Natalia Ignatieva, Daniel Rodríguez, Victoria Eugenia Zamudio y Guillermo Daniel Jiménez, bajo un común denominador, como el título del libro lo indica, la preocupación por encontrar caminos pedagógicos para desarrollar habilidades de escritura académica desde la perspectiva de la lingüística sistémico-funcional. Nos confiesan que trabajaron en claustro:

Para los casos difíciles, organizamos discusiones en reuniones de trabajo sobre el proyecto, donde tratamos de llegar a soluciones y acuerdos, dado que estos acuerdos entre analistas (inter-coder agreement) llevan a la posibilidad de repetir el análisis de los mismos textos con resultados semejantes […] y, de esta manera, incrementan la objetividad y la confiabilidad del proceso analítico (p. 97).

El objetivo no era de poca monta: identificar hallazgos y deficiencias en los procesos de escritura de alumnos universitarios, a partir de principios teóricos aplicados a estudiantes de las licenciaturas de historia, geografía y literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam). Se registran estadios y avances cognitivos y, además, apoyándose en un sistema de valoración, se evalúan actitud, gradación y compromiso.

La línea central de las investigaciones de estos autores ha sido la teoría sistémico-funcional pero, en esta escritura coral, juegan y se nutren, además, en las aguas de la adquisición de segundas lenguas, el análisis del discurso, la educación y la semiótica de la cultura.

Cuando inicié la lectura del libro y después la redacción de su reseña comprendí la trascendencia académica del mismo y la necesidad intrínseca de su difusión. Así que pronto mi júbilo por comunicar los resultados de esta investigación se convirtió en zozobra. No se trata solo de un libro teórico; es un libro que se aventura a uno de los problemas centrales al que nos enfrentamos todos los académicos, lo mismo alumnos que profesores. Un libro cuya pregunta de investigación, ¿cómo escriben los estudiantes universitarios en las humanidades?, se fundamenta en hipótesis de investigaciones previas debidamente estructuradas pero que se anidan también en el aire de la imprecisión, ese que sostiene los susurros, opiniones subversivas y descalificadoras, ese que se disculpa con afirmaciones comunes: “Los alumnos ya no saben escribir”, “no se entiende nada” y otros lamentos conocidos.

Abrí las páginas del texto buscando respuesta a ambas inquietudes. Como docente, yo también tengo presupuestos y preconstructos sobre la producción académica de nuestros alumnos. El libro, a partir de un riguroso método, prometía que los datos recuperados fueran el marco de sus tipologías, y cumplió su promesa. En esta ocasión nos encontramos frente a una empresa central, el estudio del discurso de nuestros universitarios, a nivel licenciatura, que se han aventurado en los estudios humanísticos. Por qué no, en la ciencia de las humanidades donde el rigor del dato son las palabras y su uso un laberinto complejo al que la mayoría de nosotros hemos ingresado engañados por el mito de que, si hablamos la lengua, la comprendemos y la escribimos.

Frente al papel en blanco surgen el miedo, la parálisis y florecen los errores. Luego, el empeño de este libro es una valiosa herramienta para encontrar claves y clavos que entorpecen la producción escrita y que impiden el desarrollo del lenguaje académico durante el proceso universitario y, con mucha frecuencia, en el profesional también.

Los autores se habían arrojado, valientemente, al abismo del desnudo, a uno de esos espacios donde se nada en un mar de turbulencias, donde no es fácil encontrar guía, pero tenían un objetivo claro. Sabían que:

La producción escrita juega un papel muy importante en el desarrollo de las habilidades académicas de los estudiantes de licenciatura, ya que representa una vía por la cual se construye el conocimiento necesario para el desempeño exitoso en las diferentes disciplinas. En este sentido, la escritura de géneros discursivos específicos constituye una parte importante del proceso educativo, ya que muestra el aprendizaje del mundo en general y del conocimiento especializado en particular, por parte de los alumnos (p. 11).

A partir de esta convicción, y con principios teóricos comunes, flotaron en sus propios diálogos y se sumergieron en los textos producidos donde encontraron pistas para describir y descubrir resultados que seguramente serán útiles para todo lector interesado en el tema. Estas aportaciones son un impulso que palpita en los trabajos y análisis previos de los autores. No hay más que hacer una lectura rápida de sus publicaciones para encontrar las huellas de Halliday, Colombi, Cassany, Parodi, Martin y White, Bakhtin y otras múltiples referencias académicas:

Este libro se basa en el proyecto Tipología verbal y evaluación en la escritura académica de las humanidades que se llevó́ a cabo en la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) y que, a su vez, estuvo incluido en el proyecto internacional Systemics Across Languages (sal). Nuestro equipo de investigación había participado antes en esta iniciativa internacional con un análisis léxico-gramatical de cláusulas verbales en el lenguaje académico en español (p. 12).

A partir de estas investigaciones el equipo se propone ampliar el estudio explorando diversos géneros académicos producidos desde diferentes disciplinas para identificar la manera en la que los estudiantes universitarios expresan sus experiencias. El cuerpo del delito es el Corpus del Lenguaje Académico en Español, corpus elaborado en 2014 por Natalia Ignatieva y Cecilia Colombi. Se trata de una recopilación de textos con cuatro variables de género: ensayo, pregunta-respuesta, reseña y reporte, escritos por estudiantes del área de las humanidades, a saber, literatura, historia y geografía. Pero, ¿por qué los géneros? Y los autores responden: porque este concepto “se asocia con el contexto de la cultura y enfatiza la idea de que los textos se usan para un propósito social […]. De acuerdo con Bakhtin […], los géneros son tipos de textos ‘relativamente estables’ y de esta manera, textos de diferentes géneros sirven para lograr diferentes metas en la cultura” (p. 17). El presupuesto se comprueba en el estudio y la relación género-escritura se manifiesta prototípica. Mientras que la literatura se inclina hacia lo tangible y la narración de los hechos, la historia registra similitudes entre el ensayo y la pregunta-respuesta, y la geografía, providencialmente, equilibra ensayos y reportes. Los macro-entornos culturales transitan las formas y valoraciones.

Siguiendo a Martin y White (2005), el proyecto relaciona, atinadamente, los significados ideacionales con las expresiones valorativas que se manifiestan en los textos. Para lograr este objetivo, los autores establecen una línea de correspondencia que une dos niveles de análisis, el léxico-gramatical y el semántico-discursivo, con los sistemas de transitividad y valoración.

Este laberinto de palabras podría hacer creer que se trata de un libro destinado a todos aquellos que funcionan sistémicamente desde lo sistémico-funcional. No obstante, los autores, en el primer capítulo, generosamente, hacen una descripción y explicación de estas teorías de manera accesible, redactadas para todo lector. El capítulo es, además, muy útil para todos aquellos que han tratado de aproximarse a estos postulados. Explican, en síntesis, que al relacionar el texto con su entorno el escritor realiza valoraciones de manera explícita o implícita, y que estos elementos permiten que el lector pueda interpretar la evaluación o la crítica que el escritor está haciendo. Recomiendo esta síntesis explicativa que permite comprender, fácilmente, el estudio de estas interpretaciones.

Cabe enfatizar que esta descripción teórica del lenguaje está destinada a servir en otras esferas de la vida cotidiana, en este caso en el campo de la educación, donde los retos nos obligan a participar. Personalmente, he trabajado el discurso forense a fin de poder hacer pequeñas aportaciones en los terrenos jurídicos y judiciales. Este deseo y capacidad de compromiso desde la lingüística es el hilo conductor del libro.

En el capítulo dos, se analiza la transitividad en las experiencias y sucesos redactados por los estudiantes. En el tercer capítulo se segmentan las cláusulas que expresan valoraciones y se clasifican de acuerdo con la teoría. En el cuarto capítulo, se explican con detenimiento los vínculos entre los dos sistemas y se identifican sus consistencias e inconsistencias. Las conclusiones destacan las tendencias registradas consistentemente en el corpus y los hallazgos, bien fundamentados, que pueden orientar futuras propuestas didácticas para tomar decisiones más acertadas sobre el desarrollo de la producción y comprensión de textos elaborados por estudiantes universitarios.

Algunos hallazgos importantes de esta investigación exponen avances pertinentes en la formación de estudiantes que se desarrollan en el campo de las humanidades. Por ejemplo, una observación halagadora es que los alumnos de los primeros años de la licenciatura expresan menos actitudes críticas que los estudiantes de los últimos años. Este incremento implicaría que el trabajo didáctico tiene efectos favorables y que, contra los presupuestos negativos, la docencia universitaria cumple el objetivo. Además, en la redacción de ensayos de los estudiantes de literatura se registró “una disminución en los procesos materiales y un aumento en los relacionales […] característica que apunta a un alejamiento de la expresión de acciones y hechos concretos para dar un mayor énfasis al establecimiento de relaciones abstractas que señalan atributos, identidades, enlaces simbólicos” (p. 205). Este avance se manifiesta en la disminución explícita de opiniones en las redacciones de los estudiantes que dejan de emplear expresiones de afecto o juicios reiterativos para usar recursos de apreciación y establecer relaciones a partir de la definición, la caracterización y la interpretación de los hechos.

Los resultados de esta investigación permiten que nos demos cuenta de que “los estudiantes inician un camino que los llevará, a lo largo de sus estudios, hacia la apropiación de los conocimientos, temas, experiencias y posturas críticas que se dan en la Literatura, Historia y Geografía como áreas disciplinares” (p. 205). Sin embargo, con sorpresa, se advirtió una presencia relativamente baja de valoraciones, principalmente en las reseñas, género que debiera ser abiertamente crítico y más evaluativo. Ello indica que, en este género, la docencia tiene todavía un reto por superar.

Cierro el libro suavemente para no agitar las palabras que me han agitado, imitando el cuidado y dedicación con que fue escrito. Encuentro que todos los lugares para resguardarlo no le corresponden. Lo dejo cerca, sobre mi mesa, con la esperanza del epílogo, “la investigación que sigue”, otro libro nos seguirá revelando las condiciones de producción de los estudiantes de humanidades para seguir avanzando, con más acierto, en nuestra tarea docente. Si en la vida o en su quehacer cotidiano, la pregunta de este libro los inquieta, no dejen de leerlo porque alberga interesantes respuestas.

Referencias

Martin, James Robert, & White, Peter Robert (2005). The language of evaluation. Nueva York: Palgrave Macmillan.

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